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sábado, 30 de agosto de 2008

Capital Federal, 21 de agosto de 2008

Hombres de pelo largo, de trenzas y colas de caballo, parecen salidos de una misma tribu urbana. Abrazos fuertes, lazos invisibles, que unen ideologías tardías, dormidas en rincones de la memoria; se encuentran en la puerta de la facultad, se deslizan hacia las aulas que eligieron… ¿Cuándo?... Hace tanto tiempo que ni ellos se acuerdan.
¿En que recodo de la vida quedó trunca la idea? ¿Qué ignoto suceso torció el rumbo?
Y la enorme y desigual curva se dibuja en el tiempo sólo es una línea sinuosa… y a pasos, a muy pocos pasos, casi se encuentran, con aquella adonde empezó a torcerse el destino… ¡Cuánto construido!… ¡Cuánto destruido!... en el sendero curvo del destiempo, ¿o tiempo?... ¿Qué hace la diferencia?
Hombres de pelo largo, débiles y grises, de camperas verdes, de grotescas figuras, hablando de utopías revolucionarias… ¿Adónde van?... tal vez sólo son aquellos que completan la lista de los 30.000, que dicen que nunca fueron, tal vez sólo son esos que no cayeron bajo las manos del verdugo setentista, los que dicen que sólo fueron seis mil… tal vez, y sólo tal vez los otros 24.000 deambulan por la ciudad de Buenos Aires… son desaparecidos – aparecidos, son zombis de un tiempo sin tiempo.
Hombres de pelo largo, de colas y trenzas, cincuentones, si cierro los ojos, los veo otra vez… son ellos, los mismos que se fueron… la piel fresca, como los sueños que tenían… son sólo fantasmas del pasado que retornan… o quizás nunca se fueron… solamente se revolcaron en este agujero negro del destiempo argentino… y allá vamos repitiendo incansablemente nuestra propia historia, como un espiral sin fin…
¿Dónde está el Big Bang que nos salve? ¿Dónde está la fuerza que rompa el círculo? ¿Dónde los cañones de la victoria?

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